Polonia: un estado canalla en el corazón de Europa
En el fondo de esta crisis laten tres problemas estratégicos para el imperialismo
La revista de negocios Bloomberg Businessweek, dirigida por Bloomberg LP, una de las principales empresas vinculadas a servicios financieros, es la responsable de haber acuñado la idea de que la Polonia ultra-nacionalista de Jaroslaw Kaczynski, puede convertirse en un “Estado canalla” y crearle más problemas a la UE que el mismísimo Brexit.
El nuevo primer ministro polaco, el banquero y ex ministro de Finanzas formado en universidades de EEUU, Mateusz Morawiecki, «ha respaldado el impulso cada vez más autoritario del partido Ley y Justicia para obtener más control de los tribunales, un plan condenado por el Parlamento Europeo y la Comisión Europea», en palabras de Bloomberg.
Los analistas destacan la tensión existente entre Bruselas y el Gobierno polaco, mientras estiman que «un conflicto prolongado es cada vez más probable». La tensión es tan elevada que el pasado 15 de noviembre, durante una reunión ministerial en Bruselas de la Unión Europea, Francia, Alemania y los países nórdicos llegaron a proponer limitar el acceso a los fondos comunitarios de países como Polonia que «no respetan el Estado de derecho democrático».
Kaczynski es el líder del partido católico y nacionalista Ley y Justicia que ostenta la mayoría absoluta en el Sejm (Cámara de Diputados) y en el Senado, luego de las elecciones de 2015 que le dieron casi el 38% de los votos, 235 diputados y 60 senadores. El partido de Gobierno se niega a recibir refugiados musulmanes, apoya la política de Donald Trump y ataca sin piedad a la Unión Europea de la que, sin embargo, recibe 10.000 millones de euros anuales en ayudas.
El conflicto entre Bruselas y Varsovia se arrastra desde que comenzó una reforma que supone, según Naciones Unidas, «un ataque a la Justicia», ya que «socava el papel y la independencia del poder judicial». En julio pasado el Parlamento aprobó una ley que permite al Gobierno designar y destituir a los presidentes del Tribunal Supremo sin alegar motivos y faculta al ministro de Justicia a destituir jueces y nombrar a los presidentes de los juzgados ordinarios, así como a destituir a miembros del consejo nacional del Poder Judicial.
El pasado 10 de noviembre, en su discurso del Día de la Independencia, Kaczynski dijo que los polacos deben mostrar a «la enferma Europa de hoy el camino de vuelta a la salud, a los valores fundamentales, a la verdadera libertad y al fortalecimiento de nuestra civilización basada en el cristianismo».
El contragolpe europeo llegó el 20 de diciembre. Cansados de los desafíos de Varsovia y de la interrupción del diálogo, la Comisión Europea decidió apretar el llamado “botón nuclear”, activando el artículo 7 del Tratado de la UE contra Polonia, contemplado para castigar a los Estados miembros cuando se constata una «violación grave y persistente» de los valores europeos como el Estado de derecho. La decisión puede concluir con la retirada de los derechos de voto del país en el Consejo, «el mayor castigo que un país de la UE puede sufrir a manos de sus socios».
Sin embargo no será sencillo aplicar estos castigos, ya que la UE requiere unanimidad de sus miembros para ese tipo de decisiones y en este punto puede chocar con los intereses de EEUU frente a Rusia. En septiembre se realizaron las maniobras Dragón 2017 de la OTAN en Polonia, muy cerca de la frontera con Rusia, en las que participan 17.000 efectivos de 12 países, 53 tanques, 192 vehículos blindados, 90 unidades de artillería y más de 30 helicópteros.
Polonia ya había acogido este mismo año maniobras navales de la OTAN. En octubre el Gobierno decidió crear una unidad de defensa cibernética para protegerse de la “amenaza rusa”.
Periodistas independientes polacos sostienen que desde las alturas se «asusta constantemente a la sociedad polaca con la supuesta agresión rusa», con el objetivo de «convertir Polonia en un imperio militarista».
En el fondo de esta crisis laten tres problemas estratégicos.
El primero es la decisión de la Cumbre de Varsovia de la OTAN, en julio de 2016, de reforzar su flanco oriental con el despliegue de 4.500 efectivos y material bélico. La alianza desplegó un grupo táctico en Polonia liderado por EEUU, con efectivos de ese país, rumanos, británicos y croatas. Además, se desplegaron tropas en Estonia, Letonia y Lituania.
Polonia es una plataforma importante para poner a la OTAN de cara a Rusia y, lo más grave, puede convertirse en un territorio apto para aislar, llegado el caso, el “óblast” de Kaliningrado (aislado de Rusia) con el que Varsovia tiene una amplia frontera marítima y terrestre.
La segunda cuestión la dicta la historia. Las grandes empresas occidentales y países como EEUU y Gran Bretaña han empujado a terceros países, como la Alemania nazi, hacia la guerra de agresión a Rusia.
Algo similar sucedió en la Primera Guerra Mundial. En ambos casos dejaron que la Rusia imperial y luego la Unión Soviética se desangraran sin mover un dedo. Sólo cuando el poderío nazi resultó una amenaza para sus intereses, los grandes países occidentales decidieron intervenir.
Hoy utilizan la misma lógica también ante China, utilizando a Japón y otros aliados en Asia-Pacífico para contener la “amenaza china”.
La tercera cuestión atañe directamente a los europeos, en particular a Alemania y Francia, los países que pueden liderar al conjunto de la Unión. Ellos tienen en sus manos la posibilidad de neutralizar la estrategia de los neoconservadores, poderosos entre los mandos de la OTAN, de aislar y cercar a Rusia. Sería una enorme contribución a la paz europea y mundial.
Fuente: La Haine