José Camargo •  Opinión •  27/07/2020

La criminalidad en Colombia

“Los platos que rompe el gobierno/ los paga mi pueblo trabajando al sol”

Hernando Marín.

En Colombia, hay una particularidad compartida y asumida socialmente, que consiste en que no hay secreto que no se conozca y todo el mundo conoce a todo el mundo. En este país, nadie se asombra de nada, es un país de miedo e impregnado de un halito de terror. El Departamento de La Guajira, se encuentra ubicada en ese país y hemos sobrevivido como hemos podido por la sencilla razón de que el Estado colombiano jamás nos ha dedicado un solo segundo de atención. Este Departamento, ha demostrado una gran gallardía, ante los momentos de afugias que no han sido pocos y que aún persisten. En Colombia, las miradas perversas siempre han estado dirigidas hacia este pedazo de tierra de la Costa Caribe, por muchos aspectos, pero, también por los aspectos que menciona Ariel Ávila en su artículo de la revista Semana, La criminalidad en La Guajira y también por las inmensas riquezas, algunas inagotables y con las cuales los últimos gobiernos han hecho su agosto. Y esa misma clase política, pretende continuar su jarana ahora con el fracking, es decir al caído, caerle.

Siempre he pensado, que el narcotráfico es un arma letal de guerra, que donde logra posesionarse destruye todo a su paso, es tan letal como cualquier arma de guerra. Y los norteamericanos saben utilizarla muy bien, así se los esté tragando por completo. A La Guajira llego y fue mortal. Llegó a Medellín, Bogotá, Cali, Barranquilla, Santa Marta, Valledupar y fue dejando su estela de muerte y una sociedad narcotizada ¿Cuál es la temática de las novelas de RCN Y CARACOL? ¿La vida de Gabriel García Márquez, la obra poética de Meira del Mar, la historia de Álvaro Cepeda Samudio? No. Sus tramas recurrentes están asociadas a la historia del narcotráfico. Y éstas son consumidas por millones de niños y jóvenes en todo el país, en una “dosis” mortal. Gustavo Petro, en una entrevista a Jimena Duzán, señalaba: “Está saliendo cocaína por los aeropuertos oficiales. Esto es el narco poder”. Es una verdad de a puño. ¿Entonces, de qué nos asombramos, Ariel Ávila?

¿Ha fijado Colombia, su mirada en el Departamento de Córdoba? Este departamento, rompió el récord de congresistas encarcelados o investigados por diversas razones que van desde paramilitarismo, narcotráfico, corrupción a gran escala (Odebrecht) pasando por Pacto de Ralito, Proceso 8.000. Estamos hablando de Bernardo Elías, Musa Besaile, Otto Bula, Zulema Jattin, Juan C. López, Reginaldo Montes, Francisco Jattin, Carlos Nader, Jorge Elías Nader, Eleonora Pineda, Miguel De La Espriella, Julio Manzur, Mario Salomón (El Tiempo-30 de agosto-2017) Colombia, estuvo en el radar noticioso de todo el mundo, cuando se supo que en la finca del embajador Fernando Sanclemente, se encontraban laboratorios para el procesamiento de drogas y en el 1984, España se conmociono cuando en Madrid fue detenido Gustavo Jácome Lemus acusado de participar en operaciones de narcotráfico, atraves de la valija diplomática.

El narcotráfico, el paramilitarismo, la corrupción, el terror, la cultura del exterminio físico del opositor político, el incremento de la delincuencia (otra forma de terror) son armas eficaces de la burguesía colombiana para someter a un pueblo y doblegarlo. Es la burguesía como clase social la que planifica y estructura ese discurso. Esta desgarradora realidad no obedece a la maldad de un hombre o de un partido político en particular.

La Guajira, ha sido abandonada a su suerte y una de las noticias que lacera el corazón es que los niños Wayuu siguen muriendo de hambre en plena pandemia. Expresan los líderes de la Alta Guajira que “La hambruna y la sed nos van a matar primero que el coronavirus”, aseguran que no tienen que comer ni que beber y alertan de que cerca de 45 niños están en estado crítico (Revista SEMANA). En lo que va del 2020 han fallecido 28 niños Wayuu por desnutrición, algunos en cuarentena. El discurso falaz de “La Guajira Azul” que esta avaluado en 424 mil millones de pesos y que cuenta con el apoyo de la banca multilateral, la cooperación internacional y aportes del sector privado, se esfumo. Nadie quiere mirar esta asombrosa estafa. Y la pregunta obligada es ¿y los entes de control? Después con el correr de los años algún sabihondo del periodismo centralista tendrá la osadía de escribir que definitivamente en La Guajira tuvo que haber nacido el flagelo de la corrupción…tontos.


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