Olga Sainz de Aja Iges •  Opinión •  27/08/2023

Impunidad, rijosos, pollasviejas y acunapenes

Impunidad, rijosos, pollasviejas y acunapenes

La verdad que no tengo ni jodida idea del negocio del fútbol. Es una mafia que me es ajena y desconocida. Pero de ser mujer, rodeada de hombres, de eso entiendo muchísimo, como todas.

Me cuesta escribir esto sin que cada una de mis palabras sean blasfemias diversas e insultos, así que, no me lo tengan muy en cuenta, estoy francamente cabreada.

A ver, la cosa es fácil, un calvo rijoso besuquea sin su deseo ni consentimiento a un inferior jerárquico, a un subordinado en términos estrictamente laborales.

Resulta además que el calvo rijoso, por lo que sea es un hombre, y de él depende el trabajo de una mujer, que ¡Oh sorpresa! Es la besuqueada.

Esto es ilegal y socialmente censurable, pero hay gente (mermada) que entiende que está bien, que es una conducta normal en el ámbito festivo, el abuso sexual.

Así que, antes de pasar justamente a recordar a todos los ascendientes y descendientes de quienes defienden el abuso contra las mujeres, vamos primero a entender la ilicitud del acto y ya después hacemos notar el jodido asco de gente con la que compartimos el territorio.

Tampoco vamos a hacer aquí una tesis doctoral del asunto, pero que las consecuencias en el Orden Social de estas conductas, y las que han venido después, como el ataque a la Libertad Sindical y la suplantación en declaraciones son de una índole gravísima, no tiene la letrada que suscribe ninguna duda.

Por un lado tenemos lo dispuesto en el recientito Convenio 190 de la OIT, que deja meridiano el asunto en su artículo primero, para no perder el tiempo:

A efectos del presente Convenio:

  • a) la expresión «violencia y acoso» en el mundo del trabajo designa un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten una sola vez o de manera repetida, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar, un daño físico, psicológico, sexual o económico, e incluye la violencia y el acoso por razón de género, y
  • b) la expresión «violencia y acoso por razón de género» designa la violencia y el acoso que van dirigidos contra las personas por razón de su sexo o género, o que afectan de manera desproporcionada a personas de un sexo o género determinado, e incluye el acoso sexual.

Tenemos para nuestro gustito también la Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres que dice:

  1. Sin perjuicio de lo establecido en el Código Penal, a los efectos de esta Ley constituye acoso sexual cualquier comportamiento, verbal o físico, de naturaleza sexual que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo.
  2. Constituye acoso por razón de sexo cualquier comportamiento realizado en función del sexo de una persona, con el propósito o el efecto de atentar contra su dignidad y de crear un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo.
  3. Se considerarán en todo caso discriminatorios el acoso sexual y el acoso por razón de sexo.
  4. El condicionamiento de un derecho o de una expectativa de derecho a la aceptación de una situación constitutiva de acoso sexual o de acoso por razón de sexo se considerará también acto de discriminación por razón de sexo.

En fin, no quiero ponerme demasiado pesada con mis cosas de togada, pero, qué belleza el apartado cuarto, ¡joder!

Así que, Jenny, a por ellos, destrózales.

Como canta La Raíz:
“Muerde,
muérdeles
Que sean la presa en tus dientes,
Ataca sus lujos y su yugular
Nota su sangre caliente
Hay todo un mundo gritando en tu vientre
Quiero tu sangre caliente»

Respecto de los rijosos, los pollasviejas, y las acunapenes, no me siento muy educada.

La conducta de la ranciedad es que no entro ni a tratarla, el comunicado de ayer de la RFEF en el que, entre otras perlas, se contenía una vulneración tangible al derecho fundamental a Libertad Sindical, los retrata sin necesidad de que yo esboce nada. Os lo dejo por aquí, creo que merece ser visto porque, joder, es droga dura.

“[…] las graves contradicciones en el relato inicial de lo acaecido – que se ponen de manifiesto en el informe de integridad – y las graves acusaciones vertidas por la Sra. Hermoso desde que ha sido abducida por el Sindicato FutPro nos mueven a preguntarnos a qué intereses responde el sorprendente cambio en la versión inicial y calificación de los hechos.”

Sólo con esto vemos cómo se sienten efectivamente impunes, pero es sólo un sentimiento y la realidad material, no la configuran los sentimientos de un grupo de mafiosos.

Y esta es la única maravilla de tan execrable suceso, que la impunidad está debilitándose. Yo, me los imagino como en los dibujos animados cuando un personaje corre mucho y acaba “corriendo sobre el aire” porque se ha dejado atrás el acantilado y luego cae al vacío y se esmoña. Pues esta caterva, lo mismo, han corrido demasiado y se han dejado atrás el suelo.

Desgraciadamente hay muchos mermados entre nosotros, y en fin, sólo les deseo que disfruten mucho en sus viajes de exploración al Titanic.

Señoras, pero aquí no acaba la clasificación de seres con dificultades para acabar el día: Me han interpelado “camaradas” comunicándome que estaba participando y alentando un linchamiento social. Que honestamente me dan ganas de darles la razón, pues sí, quedamos en plaza pública y lo linchamos. Y hasta eso sería mejor que sus actos y su posterior actitud, que sólo provoca ganas de lo dicho, lincharle.

Y estos “camaradas” no son ni más ni menos que pollasviejas, que si, que suena muy ofensivo, pero es lo que hay.

Es esta gente que ha gozado tanto de sus privilegios masculinos que no se dan cuenta de que son privilegios, ni siendo hombres “inteligentes y formados” se libran del chanclazo que les vendría yo a dar en todo el hocico. Que hay que ser gentuza.

Ya basta de pollasviejas y de escuchar “eso son las cosas de las señoras”, que os den fuerte, putos tíos rijosos.

Las señoras estamos hasta el mismísimo coño de toleraros, pero hasta el higo. Que a esto yo lo llamo la carga de la tolerancia. Que es una carga que tenemos las mujeres desde el momento en que nacemos mujeres. Carga de la que, gracias, entre otras, a mi madre, me encuentro considerablemente liberada. (Sirva esto como aviso si viene algún ofendidito).

Por favor, compañeras, dejemos de tolerarles, aquello de ninguna agresión sin respuesta no es sólo una consigna, es una norma que tenemos que aplicar diariamente todas.

Pero espera amiga, que como en esta patria no cabe un tonto más, aparece otra genial tipología. En este caso, manifiestan su opinión las llamadas tipejas acunapenes (me gusta definir sin cortapisas) defendiendo que la gravedad de una agresión sexual no ha existido.

Que les da pena, con lo horrible que es una agresión sexual, que se normalice en nuestra sociedad que tocarte o besarte en contra de tu deseo y con ello evidentemente sin tu consentimiento, resulte ser una agresión sexual. Que he leído a una, la cual dudo que no tenga que llevar pañales, que considera que no es una agresión sexual, que dice que es una incomodidad. Sí, lo que habéis leído, que es una cosa incómoda que además, atreverse a definir como agresión sexual falta al respeto a las víctimas de agresiones sexuales. Cágate lorito.

Debe ser algo así como la tesis de que si te violan «sólo con la puntita», pues es menos grave.

La verdad, no quería entrar en la repugnancia de que encima grupos políticos al borde de la extinción, usen esta agresión sexual para tratar de rescatar a sus “figuras políticas” caídas, pero claro, me veo obligada a comentar que resulta nauseabunda la propaganda comunicativa sobre una agresión sexual para intentar recuperar un espacio que has perdido. Así que, como recomendación, dejad de haceros daño.

Hace un par de semanas, escribí que este tipo de conductas me daban ganas de suicidarme. Pero la verdad, se me han quitado las ganas. Ahora lo que quiero es montar un campo de picapedreros/as en el Desierto de los Monegros. Ya que no razonan, pues que produzcan.

En definitiva, siguen siendo impunes todos los descritos, porque toleramos a millones de hijos de puta, lo que me recuerda a aquello que ya parafraseó Tarantino: ¡Cuántos hijos de puta y qué pocas balas!


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