Campaña de Boicot Desinversión y Sanciones (BDS) •  Opinión •  27/10/2023

Un caso clásico de genocidio

Israel ha sido explícito sobre lo que está haciendo en Gaza. ¿Por qué el mundo no escucha?

Un caso clásico de genocidio

El viernes [13 de octubre], Israel ordenó a la población asediada de la mitad norte de la Franja de Gaza que evacuara hacia el sur, advirtiendo de que pronto intensificaría su ataque contra la mitad superior de la Franja. La orden ha dejado a más de un millón de personas, la mitad de ellas niños, tratando frenéticamente de huir en medio de continuos ataques aéreos, en un enclave amurallado donde ningún destino es seguro. Como escribía hoy desde Gaza la periodista palestina Ruwaida Kamal Amer, «los refugiados del norte ya están llegando a Jan Yunis, donde los misiles no cesan y nos estamos quedando sin comida, agua y energía». La ONU ha advertido de que la huida de personas del norte de Gaza hacia el sur tendrá «consecuencias humanitarias devastadoras» y «convertirá lo que ya es una tragedia en una situación calamitosa». En la última semana, la violencia de Israel contra Gaza ha matado a más de 2.200 palestinos/as, herido a miles y desplazado a más de 400.000 dentro de la Franja. Y, sin embargo, el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha prometido hoy que lo que hemos visto es «sólo el principio».

La campaña de Israel para desplazar a los habitantes de Gaza -y potencialmente expulsarlos por completo a Egipto- es un capítulo más de la Nakba, en la que unos 750.000 palestinos/as fueron expulsados de sus hogares durante la guerra de 1948 que condujo a la creación del Estado de Israel. Pero el ataque a Gaza también puede entenderse en otros términos: como un caso clásico de genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos. Digo esto como estudioso del genocidio que ha pasado muchos años escribiendo sobre la violencia masiva israelí contra los palestinos/as. He escrito sobre el colonialismo de los colonos y la supremacía judía en Israel, la distorsión del Holocausto para impulsar la industria armamentística israelí, el uso de acusaciones de antisemitismo como arma para justificar la violencia israelí contra los palestinos/as y el régimen racista de apartheid israelí. Ahora, tras el ataque de Hamás del sábado y el asesinato en masa de más de 1.000 civiles israelíes, se está produciendo lo peor de lo peor.

Según el derecho internacional, el delito de genocidio se define por la «intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal», como se señala en la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de diciembre de 1948. En su ataque asesino contra Gaza, Israel proclamó en voz alta esta intención. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, lo declaró en términos inequívocos el 9 de octubre: «Estamos imponiendo un asedio total a Gaza. Sin electricidad, sin alimentos, sin agua, sin combustible. Todo está cerrado. Estamos luchando contra animales humanos y actuaremos en consecuencia». Los líderes occidentales reforzaron esta retórica racista al describir el asesinato masivo de civiles israelíes por parte de Hamás -un crimen de guerra según el derecho internacional que, con razón, provocó horror y conmoción en Israel y en todo el mundo- como «un acto de pura maldad», en palabras del presidente estadounidense Joe Biden, o como una acción que reflejaba un «mal ancestral», según la terminología de la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen. Este lenguaje deshumanizador está claramente calculado para justificar la destrucción a gran escala de vidas palestinas; la afirmación de «maldad», en su absolutismo, omite las distinciones entre militantes de Hamás y civiles de Gaza, y obstruye el contexto más amplio de la colonización y la ocupación.

La Convención de la ONU sobre el Genocidio enumera cinco actos que entran dentro de su definición. Israel está perpetrando actualmente tres de estos crímenes en Gaza: «1. Matar a miembros del grupo. 2. Causar graves daños físicos o mentales a miembros del grupo. 3. infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física, total o parcial». La Fuerza Aérea israelí, según sus propias cuentas, ha lanzado hasta ahora más de 6.000 bombas sobre Gaza, que es una de las zonas más densamente pobladas del mundo, más bombas que las que Estados Unidos lanzó sobre todo Afganistán en cualquier año de su guerra allí.

Human Rights Watch confirmó que las armas utilizadas incluían bombas de fósforo, que incendian cuerpos y edificios, creando llamas que no se extinguen al contacto con el agua. Esto demuestra claramente lo que Gallant quiere decir con «actuar en consecuencia»: no dirigirse contra militantes individuales de Hamás, como afirma Israel, sino desatar una violencia mortífera contra los palestinos de Gaza «como tales», en el lenguaje de la Convención de la ONU contra el Genocidio. Israel también ha intensificado su asedio de 16 años a Gaza -el más largo de la historia moderna, en clara violación del derecho internacional humanitario- hasta convertirlo en un «asedio completo», en palabras de Gallant. Esta expresión indica explícitamente un plan para llevar el asedio a su destino final de destruir sistemáticamente al pueblo palestino y a la sociedad palestina de Gaza, matándolos, matándolos de hambre, cortándoles el suministro de agua y bombardeando sus hospitales.

No sólo los dirigentes israelíes utilizan ese lenguaje. Un entrevistado del Canal 14, favorable a Netanyahu, pidió a Israel que «convirtiera Gaza en Dresde». El Canal 12, la emisora de noticias más vista de Israel, publicó un reportaje sobre israelíes de izquierdas que pedían «bailar en lo que antes era Gaza». Mientras tanto, los verbos genocidas -llamamientos a «borrar» y «arrasar» Gaza- se han hecho omnipresentes en las redes sociales israelíes. En Tel Aviv, se vio colgada de un puente una pancarta en la que se leía «Cero gazatíes».

De hecho, el ataque genocida de Israel contra Gaza es bastante explícito, abierto y descarado. Los autores de genocidios no suelen expresar sus intenciones con tanta claridad, aunque hay excepciones. A principios del siglo XX, por ejemplo, los ocupantes coloniales alemanes perpetraron un genocidio en respuesta a una revuelta de las poblaciones indígenas herero y nama en el suroeste de África. En 1904, el general Lothar von Trotha, comandante militar alemán, emitió una «orden de exterminio», justificada por la lógica de una «guerra racial». En 1908, las autoridades alemanas habían asesinado a 10.000 nama y logrado su objetivo declarado de «destruir a los herero», matando a 65.000 herero, el 80% de la población. Las órdenes de Gallant el 9 de octubre no fueron menos explícitas. El objetivo de Israel es destruir a los palestinos de Gaza. Y quienes observamos en todo el mundo estamos desatendiendo nuestra responsabilidad de impedir que lo hagan.

Fuente: https://bdsmovement.net/es/news/un-caso-cl%C3%A1sico-de-genocidio


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