Arthur González •  Opinión •  28/02/2018

Con los yanquis no hay arreglos

A pesar de la voluntad expresada y demostrada por el gobierno cubano, de mantener un diálogo respetuoso y equitativo con Estados Unidos, la Casa Blanca persiste en no aceptar que su vecino del Sur tenga un sistema diferente y se declare independiente de toda dominación estadounidense, como le fue impuesta a la Isla desde 1898 hasta 1958.

Las frágiles relaciones diplomáticas que estableció el presidente Barack Obama, con la ilusión de desmontar el socialismo desde adentro, a partir de su táctica de los golpes suaves, no dieron el resultado que esperaban obtener, de ahí que su sucesor Donald Trump decidiera volver a la hostilidad que ha caracterizado las relaciones entre los dos países, desde 1959.

Nunca se puede olvidar que antes del triunfo del ejército rebelde sobre el de Fulgencio Batista, tanto el presidente Dwight Eisenhower, como el director de las CIA Allen Dulles, habían manifestado en la reunión del Consejo de Seguridad Nacional, celebrada el 23 de diciembre de 1958, que había que evitar la victoria de Fidel Castro.

Por tanto, no fue la Reforma Agriaría, ni la nacionalización de sus propiedades en la Isla la causante del empeoramiento de relaciones entre ambas naciones, sencillamente sabían que Fidel no era un político similar a los que gobernaron la república mediatizada, aquellos que eran fieles cumplidores de las órdenes de Washington.

La CIA lo plasmó sin tapujos en su primer Plan de Acciones Encubiertas, aprobado el 17 de marzo de 1960 por el Presidente de Estados Unidos:

El propósito del programa expuesto es provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que responda mejor a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para Estados Unidos”.

Muy firme es el propósito yanqui, mientras en Cuba exista un gobierno anti imperialista no habrá jamás arreglo, lo demás es fantasía, la historia de más de medio siglo así lo avala.

Esa es la razón por la que no existe un diálogo respetuoso, debido a que los Estados Unidos es el máximo violador de todas las normas internacionales y conserva intactas todas las sanciones contra la Revolución cubana, incluso bajo la presidencia de Obama, quien además fue el presidente que más dinero aprobó para las acciones subversivas y estableció récord de multas multimillonarias a la banca internacional que se atrevió a realizar transacciones con Cuba.

El 22 de febrero 2018 Donald Trump, emitió una proclama para continuar la denominada “emergencia nacional” con respecto a Cuba, que sostiene la regulación del anclaje y el movimiento de embarcaciones, algo aprobado por William Clinton en marzo de 1996, y ratificado por Barack Obama dos veces más, en febrero del 2004 y febrero del 2016.

El presidente Donald Trump, entre los ocho argumentos expuestos para esa aprobación, mencionó el impacto de la emigración cubana y la situación de la economía de la Isla, recordó el bloqueo que Estados Unidos sostiene contra Cuba y trajo nuevamente a colación los objetivos del denominado Memorando Presidencial de Seguridad Nacional, sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba, el cual decretó el 16 de junio de 2017, ante la mafia terrorista anticubana de Miami.

Trump y las fuerzas ultraconservadoras que lo rodean, se oponen al cambio de táctica aplicado por Obama para destruir a la Revolución socialista, al preferir las acciones abiertas y directas que ha seguido Estados Unidos desde 1959, lo que explicó detalladamente el 11/11/2017, Carlos Díaz-Rosillo, asesor del Presidente para la política hacia Cuba, cuando aseguró:

“El motivo del viraje de la política de Estados Unidos hacia Cuba, establecida por el gobierno de Obama, es que el actual Presidente expresó que no estaba de acuerdo con la misma, porque esas negociaciones no dieron resultados adecuados, porque ni el pueblo norteamericano ni el cubano se han beneficiado, solo el gobierno de La Habana”.

Esa es la verdad que deben conocer todos los cubanos y los que están por nacer, para que nunca se equivoque con ese poderoso vecino que siempre ha soñado con anexarse a la Mayor de las Antillas.

Por suerte José Martí nos dejó su legado cuando afirmó:

Con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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