Escritor Manuel Rico: “Rechazo todo argumento que justifica las grandes diferencias sociales”
El narrador, poeta y ensayista madrileño aborda en esta entrevista algunas claves de su nuevo libro, “El raro vicio de escribir la vida” (Huso, 2021), pero también deja claro que “no hay literatura sin vida”, así como su cuestionamiento al mercado editorial que piensa más en las cuentas que en el valor de transformación del arte.
Pregunta: – ¿Qué géneros y temas explora “El raro vicio de escribir la vida”?
Respuesta: Respecto a los géneros, creo que se trata de una “narrativa de la autoconfesión” que acerca cada capítulo a una crónica en la se mezclan vivencias, emociones y memoria a partir de algunos acontecimientos muy especiales: la tormenta del final del verano, el recuerdo de un chaquetón de pana, los rescoldos de una conversación con Juan Gelman, por ejemplo. Pero se trata de crónicas pegadas al terreno, a la cotidianidad, a mi experiencia como escritor y como ser consciente, que ahondan en las emociones que me han acompañado en ciertos momentos de la vida ¿Temas? Recorren aspectos básicos de la realidad en que vive un escritor: desde la intimidad que acoge emociones imborrables que a veces se remontan a la infancia hasta mi memoria del cine pasando por la experiencia de escritura, mi relación con algunos escenarios de mi ciudad, sobre todo con los barrios periféricos, hasta la invitación a adentrarse en libros que me marcaron o en la peripecia de ciertos viajes inolvidables: Australia, la India, Chicago, la frontera del Duero y sus pueblos medievales…
P: – ¿Es una obra pausada y para pausar el ritmo?
R: – Es pausada porque los textos que en ella se integran invitan a la meditación, a mirar alrededor sin ira, pero con la convicción de que no hay literatura sin vida, que esta es su materia nutricia, más allá del trabajo con el lenguaje. En el fondo, toda recapitulación sobre experiencias de le propia vida es una invitación a eludir las prisas y urgencias, a intentar percibir el paso del tiempo sobre nosotros y sobre las cosas de amamos. También sobre lo que leímos.
P: – ¿La escritura de su libro se desarrolló durante la pandemia?
R: No exactamente. El prólogo sí está escrito en plena pandemia, bajo las sombras de la segunda ola, en el otoño-invierno de 2020. La pandemia me llevó a revisar escritos elaborados entre 2007 y 2014, como si me encontrara ante la necesidad de recuperar un tiempo de luz, el tiempo prepandemia, ante las incertidumbres que nos trasladaban los medios con las cifras de muertos, hospitalizaciones, inseguridades ante las vacunas (entonces no había ninguna certeza). Era como entrar en un desván a encontrarme con el testimonio, en tiempo real, de otra vida, una vida sin restricciones. Todo eso está en el libro. Eso junto a algunos textos escritos con posterioridad,
P: – ¿Este tiempo le inspira más ficción o realidad?
R: He escrito en este año largo algunos artículos, sobre todo relacionados con la literatura y con la crítica literaria. Eso es proyectar las ficciones ajenas, sobre todo la poesía ajena, en la realidad… literaria. Y algún poema que he incluido en Cuaderno de historia, mi último libro poético. Pero esta situación invita más, al menos ese es mi caso, a hacer recuento, a reflexionar sobre el mundo vivido ante las sombras que proyecta sobre la vida el mundo por vivir. La pandemia ha trastocado todo. Pero en todo caso, tras la edición de El raro vicio de escribir la vida, intento recuperar el pulso de la ficción. Tengo a medias una novela y un libro de viajes. Eso es ficción.
P: – ¿La literatura se ha vuelto más producto que arte?
R: Siempre ha habido en la industria editorial una fuerte tendencia a que la literatura sea un producto meramente comercial, que se venda mucho al margen de que sea útil a la reflexión colectiva sobre la realidad, sobre nuestras inseguridades y miedos. Viendo las mesas de novedades, la tendencia a primar los best-seller, las ventas a veces al margen de la calidad, se advierte una tensión entre ambos conceptos. Hay espacio para los dos, pero la calidad, es decir, el arte, a veces se ve desplazado ante el impulso de las cuentas de resultados, sobre todo de los grandes grupos. Las editoriales independientes, es el caso de Huso, son en gran medida el espacio o el lugar de la calidad literaria, de la búsqueda de la excelencia…
P: – ¿Cuál es el argumento que más rechaza en la actual situación mundial?
R: Aquel que justifica las grandes diferencias sociales sobre la base de que “siempre ha habido ricos y pobres”. El hecho de que tres cuartas partes de la Humanidad carezcan de bienes esenciales como el derecho a la salud, a la educación, a la cultura, a la democracia incluso, a partir de ese argumento me parece intolerable. Pero lamentablemente, es la base del discurso de la discriminación y del discurso del odio.