Reflexionas
Te levantas temprano, vas al baño, te miras en el espejo y recuerdas que ayer fue domingo, pero un domingo especial en el que todavía cabía la posibilidad de cambiar algo. Sin duda, te dices, siempre hay una salida, pero no, no la hay, al menos, tú no la ves, y también crees, según las circunstancias, que los demás tampoco la ven, y te dices, peor aún, ni yo lo creo, ellos tampoco.
Recapacitas ante el espejo que te devuelve la imagen exacta de quien eres, por muy temprano que te levantes o por muy tarde que te acuestes, siempre, cada mañana, te ves ahí, y ya no ves nada parecido a lo que viste ayer, quizás, te dices, son las ojeras de haber pasado una mala noche y entonces recuerdas que no es solo una mala noche, que llevas mil, al menos que recuerdes, sin poder conciliar el sueño.
Neurosis, te dices, es lo que padecemos, tú no, claro, tú te manifiestas con una estabilidad emocional a prueba de todo, frustraciones, fracasos y amores no correspondidos; neurosis, te dices, eso es lo que ocurre en el mundo, neurosis general, pero qué la produce, te preguntas, tú, sí tú, que no la padeces, claro, tú no puedes padecer una enfermedad de ese tipo, claro, tú no, el resto sí, sin embargo…
Te alisas el pelo, luego formas un cuenco con tus manos y lo llenas de agua, el grifo abierto, el agua corre, corre, corre y tus manos cuenco se llenan y se convierten en cascada que va a tu rostro y salpicas el espejo y las gotas sobre él no te dejan ver tu imagen como si la bruma hubiera nacido de tus manos, neurosis, vuelves a pensar y la imagen en el espejo vuelve tras la lluvia, pero sigues viendo a alguien que ya no eres tú, que no fuiste y piensas: neurosis.
Recuerdas que fuiste a votar, sí, el día anterior, domingo, hoy es lunes y sigues mirando la imagen que proyecta el espejo, sí, ayer fuiste a votar con la ilusión de que tu voto haría balancearse al partido que siempre gana las elecciones y por fin, el que has elegido, uno de izquierdas, por supuesto, tú, izquierdista, que no comunista, sí, tú eliges para darle tu voto a ese partido emergente de izquierdas…
Hoy es lunes y sigues mirando la imagen en el espejo y ves a alguien que pasa de los cuarenta, las patas de gallo se abren camino como riachuelos sobre un erial, de tus ojos cansados cuelgan las ojeras propias del insomne y ya sabes que no hay posibilidad de cambio, la maquinaria del poder lo puede todo, esquilma, elimina cualquier peligro que pueda hacerla detener y caen los votos evacuados por esos ciudadanos elegidos y electores y suenan las campanas y las tracas y tu tierra, esa tierra oscura, cuyas entrañas labraran los adeptos del dictador, se cubre de nubes borrascosas.
Coges la toalla, secas tu cara y desestimas volver a enfrentarte con la cruda realidad que ahora te muestra el espejo: sin empleo, en la cuarentena, sin ingresos, con un título con el que bien puedes limpiarte el culo, una hipoteca que como un dogal ahorca al reo, te rodea el cuello ajustándose a él cada día un poco más…
Enciendes la televisión y comprendes lo que te espera, a ti, sí, a ti y muchas como tú, ¡tantas!, te dices, cerca de seis millones de personas o más sin trabajo, sin sueldo, si nada más que la mísera hogaza de pan que os dan los que en ese momento celebran haber ganado las elecciones, azul se ve el paisaje, azul…, recuerdas los camisa azules de aquella época, ahora sin yugo, sin flechas, pero con la misma consigna, el azul como emblema de una estirpe que lleva más de ochenta años imponiendo sus leyes, su poder, su tiranía…
Vas a la concina, buscas algo en la nevera, pero al abrir la puerta compruebas que tu nevera ya no es lo que era, como tu país no es ya lo que fue, dices, ya no hay dictadura, mi país, te dices, es un país democrático, sí, tu país es lo que es, pero parece que tú o no lo ves o no quieres verlo.
Sin rumbo sales a la calle, frente a tu portal hay tres furgones de policía, una ambulancia y muchos curiosos, preguntas y te responden que se ha tirado desde el séptimo piso, quizás esperando ver aparecer al séptimo de caballería, una criatura, una pobre persona…
Te acercas al cuerpo que yace sobre la acera, tu corazón acelera sus palpitaciones y sientes que se sale por tu boca, tu corazón rápido, rápido…, y tú ahí, parado, detenido ante ese instante y esa imagen que ahora ves en el espejo: eres tú, sí, tú, que ayer domingo votaste a ese partido emergente de izquierdas, sí, tú yaciendo sobre la acera.