2019 una guerra cotidiana por consumo
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La apropiación de bienes en perjuicio de otros es una adicción que requiere violencia.
Está detrás de las guerras y del ordenamiento interno normal de los países.
Los estados no van al enfrentamiento armado por piedras sino por petróleo, gas, pesquerías, selvas, tierras de cultivo, agua, minerales.
Occidente oligárquico busca los recursos de China y Rusia, el petróleo de Venezuela…
Al interior de los países esa apropiación la ejecutan los oligarcas locales vía pacífica o militar. Pero a ellos les secundan los ciudadanos medios que alcanzan beneficios desde el ordenamiento impuesto.
Así, aun no habiendo ninguna guerra militar en el planeta, se sufrirían guerras nacionales internas de avaricia culturizada.
Este egoísmo explica que comunistas soviéticos o chinos se transformaron en oligarcas o políticos latinoamericanos en servidores de Odebrecht.
Las víctimas de la adicción no son solo personas sino la vida y los elementos todos de la Tierra: peces, osos, aire, climas, glaciares…
El final de esta práctica es su insostenibilidad en el tiempo, los recursos-riquezas son finitos en el planeta, se agotan.
Con el colapso vendrá obligadamente el consumo racional planificado para una naturaleza disponible millones de años.
Si será en paz y solidario dependerá de los perjudicados que deben liberarse de sus ideas aprendidas de otros y en especial de la ética y amplitud de los sectores medios.
El dedo acusador no basta que haga exigencias a los oligarcas, hay responsabilidades políticamente eludidas más abajo.
El Orden planetario de los empresarios es insostenible. No les sirve ni siquiera la conquista.
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