Joan Manuel Serrat, del cielo al estercolero
Otro ángel que se convierte en cucaracha.
Cuando las personas se hacen viejas como es natural van perdiendo cualidades físicas e intelectuales. La verdad es que hay casos en que estos síntomas se acentúan y se vuelven crónicos. A muchos personajes famosos que un día fueron vanguardia, hoy no son más que ruinas decrépitas que solo inspiran compasión. En su adolescencia querían asaltar el cielo autoproclamándose los abanderados de la libertad y la justicia.
Hoy con el trascurrir del tiempo muchos de aquellos supuestos “revolucionarios” han cambiado de rumbo y también de bando; si ayer eran radicales izquierdistas ahora abrazan las banderas de la derecha e incluso del neofascismo.
Hemos sido víctimas de una estafa.
Y este es el triste y desgraciado caso del cantautor catalán Joan Manuel Serrat. Otro ángel que se convierte en cucaracha.
Del cielo al estercolero.
En otro tiempo él estuvo comprometido con las luchas populares, compuso versos y canciones que cantó ante multitudes abriendo sus corazones y sus conciencias. La gente lo coronó como el mesías de la vanguardia poética y cultural de la izquierda progresista. En los años sesentas y setentas cantábamos sus canciones, las tarareábamos con ilusión desbordante. Nos acostábamos repitiendo sus estrofas, nos enamorábamos y creíamos que un nuevo amanecer alumbraría el mundo. Pero ahora sabemos que se aprovechaban de nuestra ingenuidad. Todo hacía parte de una estrategia de marketig, de pura propaganda que elevara las ventas de discos y alcanzar el estrellato.
-Es un cantautor español llamado Joan Manuel Serrat. -Me dijo mi hermano que trajo su disco a la casa allá por el año 1970. Mi padre le rectificó -No, no es español, sino catalán. Ah, y canta también en su idioma. No sabíamos nada de Cataluña ni el País Vasco o Andalucía porque teníamos esa imagen de la España “una, grande y libre” que pregonaba la propaganda franquista por Latinoamérica. Bueno, entonces, muchos descubríamos que existía Cataluña, una nacionalidad histórica oprimida y acallada por la dictadura. Sus ciudadanos no podían hablar en su propia lengua, ni sacar su bandera o expresar sus reivindicaciones políticas. Deberían ser personas muy peligrosas para impedírselo-pensábamos. Pero eso no puede ser porque Joan Manuel Serrat –nuestro “ídolo”- era un ser simpático y adorable, un poeta divino que había sido elevado a los altares. A Serrat le prohibieron ir a Eurovisión porque quería cantar en catalán. Luego cuando en 1975 Franco ejecutó a varios presos políticos en protesta decidió exiliarse en México. ¿Quién podía poner en duda su solidaria combatividad?
En todo caso pasaron los años, las décadas y de repente ese artista que cantaba “Para la libertad” “para la libertad sangro, lucho y pervivo, porque soy como el árbol talado que retoño y aún tengo la vida…” nos clava una puñalada trapera.
Incomprensiblemente se ha desvelado como un furibundo defensor de la legalidad constitucional del reino de España. Exaltado afirma que “este referéndum no es trasparente y carece de garantías. No puede representar a nadie”. Antes nos llamaba a romper los esquemas y desobedecer las leyes y sublevarse contra el poder establecido. Pero ya en el ocaso de su existencia claudica y nos quiere mansos y sumisos.
Cataluña se encuentra ante el momento más crítico de su historia más reciente. El pueblo catalán ha cometido el crimen de promover un referéndum de autodeterminación. Y eso lo va a pagar muy caro. O sea, el delito es promover la democracia popular desmarcándose de la institucional. Y el reino de España se prepara a boicotearlo, a perseguirlo y judicializar a los culpables de sedición. Se reprime el elemental de derecho a decidir porque ponen en tela de juicio la constitución del 78 o la restauración borbónica. Es la hora de elegir el bando en el que hay que posesionarse. No existen medias tintas. Pero Juan Manuel Serrat, uno de los iconos de la “nova Canço”, absurdamente prefiere traicionar a sus hermanos, traicionar su propia sangre, a sus raíces, a sus ancestros. Ha llegado la hora de demostrar que sus canciones son capaces de hacer realidad el sueño de todo un pueblo al ritmo de “golpe a golpe, verso a verso”. Pero cuando calla el cantor es porque está muerto.
Nosotros en los años setenta poníamos la radiola o el tocadiscos en la sala de la casa y nos dedicábamos con los amigos a escuchar las canciones de Serrat; sus baladas románticas como “Tu nombre me sabe a yerba” “Mediterráneo” “Cantares” “Para la libertad” “Penélope”. Nos dejábamos llevar por el viento y volábamos junto a él siguiendo su “caminante no hay camino, se hace camino al andar” o “Edurne” “para cobijar a gente que no puede ver su cielo y su mar” (en homenaje a los presos políticos vascos). “Ara que Tinc vint anys” “Quiero alzar la voz, para cantar a los hombres, que han nacido de pie, que viven de pie y que de pie mueren”. “Y para no olvidarme de lo que fui mi patria y mi guitarra la llevo en mi”
Parece mentira que el tema “Mediterráneo” sea el himno que utiliza la ultraderecha en sus manifestaciones en defensa de la españolidad.
Y en el momento en que su pueblo lo necesita con urgencia, Serrat dice que se encuentra muy ocupado preparando sus giras y presentaciones. Que vuelva mañana. El viven de las rentas, de explotar la nostalgia engañando a los incautos que lo siguen incondicionalmente. Solo tiene que tomar un micrófono y mover los labios como si se tratara del muñeco de un ventrílocuo. Mientras tanto una amenaza terrorífica se cierne sobre Cataluña: 15.000 Guardias Civiles y Policías Nacionales llegados desde distintos puntos del reino de España toman posiciones preparados para lanzar su zarpazo mortal. Han humillado a Cataluña, la han despreciado, escupido, pisoteado. Es algo denigrante que no tiene ningún perdón.
Este hipócrita ha blasfemado la memoria de poetas ilustres como Machado, Miguel Hernández, Neruda, García Lorca, Violeta Parra o Víctor Jara. Se vendió al mejor postor y ese mejor postor resultó ser el PSOE de Felipe González, el campeón de la corrupción y el terrorismo de estado. Por sus inestimables servicios prestados a la patria fue premiado con la medalla de oro al mérito de las Bellas Artes. Sin rechistar aceptó el premio que le entregaban los sicarios del GAL, aquellos “héroes” que secuestraban, martirizaban, torturaban y asesinaban a los opositores pertenecientes al movimiento de liberación vasco. Luego subía a los escenarios a predicar la paz y el amor.
¿Cómo pasarás a la historia? Nada más ni nada menos que como un vil cipayo, como un despreciable traidor de tu pueblo. Tú cantabas contra las dictaduras, contra las injusticias, eras el icono de la Libertad y la amnistía para los presos políticos y ahora con esta actitud rastrera y servil no hace más que avalar la política represora del gobierno neo-franquista del PP. 15.000 miembros de la Guardia Civil, la Policía Nacional y el CNI han invadido Cataluña y han jurado por “Dios, la Patria y el rey” restituir la legalidad. 15.000 mil guardias civiles y policías nacionales que velan armas dispuestos a violar los derechos humanos, y los principios democráticos al grito de ¡Santiago y cierra, España! Y Serrat se persigna con un “gloria a Dios en las alturas….”