Luis Almagro, el agente secreto de la CIA
Quienes gustan de la literatura policiaca y de obras escritas por ex oficiales de la CIA y del Mossad, pueden llegar rápidamente a la conclusión de que Luis Leonardo Almagro Lemes, actual secretario general de la OEA, es en realidad un agente secreto reclutado y dirigido por la CIA desde hace varias décadas, contra países e intereses de su prioridad.
Nacido en 1ro de junio de 1963, en Cerro Chato, departamento de Paysandú, zona rural de la República del Uruguay, Almagro demostró desde joven sus ambiciones por alcanzar niveles económicos y políticos que le permitieran una vida llena de comodidades, de ahí su ahínco por prepararse para algún día dar el anhelado salto.
Con su meta muy presente, se graduó de abogado en 1987, lo que le permitió entrar en el mundo de la diplomacia a través de un curso de formación en el Instituto Artigas del Servicio Exterior (IASE).
Quizás sin pretenderlo, fue focalizado por la estación local de la CIA en Montevideo, donde posiblemente lo caracterizaron e iniciaron un trabajo paulatino de reclutamiento.
Ese paso trascendental en su vida, le permitió iniciar sus sueños de dinero y poder, pues evidentemente la CIA apreció sus cualidades potenciales.
Todo hace pensar que, por interés de la CIA, Luis Almagro, fue designado en 1988 como representante del Ministerio de Relaciones Exteriores ante la Comisión Nacional de Uruguay para la UNESCO, sin tener concluidos sus estudios diplomáticos.
En una carrera meteórica, que sin un sólido apoyo no es posible alcanzar, al siguiente año, 1989, es nombrado como Jefe del nuevo Comité de Cooperación Internacional de la Junta Nacional de Prevención del Tráfico Ilícito y Uso Abusivo de Drogas, organismo que tiene estrecha vinculación, tanto oficial como encubierta, con agencias norteamericanas, como la DEA, la que se sabe tiene serios conflictos con la CIA.
Inesperadamente en 1990 es cambiado de puesto de trabajo y retorna al Ministerio de Relaciones Exteriores, donde obviamente por influencias de la CIA, es designado como diplomático en la República de Irán.
En Teherán, se celebraría en noviembre de 1991 la Conferencia Ministerial del Movimiento de los No Alineados, reunión de interés prioritario para Estados Unidos, a fin de sabotear la unidad de los países integrantes de ese poderoso movimiento que presidió Cuba durante 4 años.
Washington no tenía embajada en Irán desde 1979, cuando la misma fue asaltada por estudiantes iraníes seguidores de la revolución islamista, donde cincuenta y dos diplomáticos yanquis habían sido tomados como rehenes durante 444 días.
La pérdida del Sha Reza Pahlavi, hombre fuerte de la CIA, fue una de sus mayores derrotas, y no podían dejar pasar la oportunidad de introducir, por algo más de un lustro, a un confiable agente secreto en esa ciudad, el que tendría acceso a documentos e informaciones de la mencionada Cumbre Ministerial del MNOAL, del gobierno y los líderes iraníes.
Meses después lo promueven a 1er secretario y Encargado de Negocios de la embajada, ampliando sus posibilidades.
En 1996 retorna a Montevideo para desempeñar diversas funciones en la Secretaría y la Dirección General para Asuntos políticos, del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Algo que hace más evidente su posible colaboración con la CIA, fue la decisión de salirse del mundo diplomático en 2005, para trabajar con el ex guerrillero José Mujica, recién nombrado Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, por el presidente de tendencia socialista Tabaré Vázquez. La CIA tenía a Mujica como un objetivo principal en Uruguay y necesitaba informaciones de primera mano.
Sin embargo, en 2007 deja su puesto y acepta el cargo de embajador en China, otro de los países de máxima prioridad para la CIA.
En Beijín permanece cuatro años, hasta que en 2009 su viejo jefe el ex tupamaro José Mujica, ya presidente de la nación, le propone la cartera de Ministro de Relaciones Exteriores, cargo nada despreciable para los intereses de la CIA, que asumió el 1ro de marzo 2010.
Como un guion de los mejores filmes de espionaje, se puede analizar el recorrido de la vida política de Luis Almagro, siempre relacionada a sectores de máximo interés para la CIA, algo similar a lo relatado por Philip Agee, en su libro “Diario de la CIA”, publicado en 1975, cuando describe la metamorfosis de un espía a un agente de influencia.
Así vemos como Almagro se introduce en el tradicional Partido Nacional (PN) o Blanco, llegando a ser miembro del ejecutivo entre 1990 y 1995, con el presidente Luis Alberto Lacalle, y de forma sucesiva en los sectores Divisa Blanca, Movimiento Nacional de Rocha y Propuesta Nacional, esta última corriente interna del nacionalismo fundada por Álvaro Ramos, a la sazón canciller de la República.
Sospechosamente Almagro va derivando de tendencia centro-izquierdista del PN, a posiciones aparentemente más radicales, criticando el giro neoliberal en la economía asumido por el presidente Lacalle.
Posteriormente se pasa al Movimiento de Participación Popular (MPP), polo de izquierda radical, influenciado por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), liderado por José Mujica, hombre al que la CIA daba un seguimiento priorizado.
Para tener mayores accesos a informaciones políticas de máximo interés de la CIA, Almagro se incorpora a la gran coalición Frente Amplio-Encuentro Progresista (FA-EP), en la oposición a la hegemonía bipartidista que desde la restauración democrática de 1985 ejercían el Partido Colorado (PC) y el PN.
A la par de su incorporación al (FA-EP), asesora al MPP como militante político en tema internacionales, debido a su experiencia como funcionario diplomático.
Algo que hace más evidente su colaboración con la CIA, fue la decisión de salirse del mundo diplomático en 2005, para trabajar con el ex guerrillero José Mujica, recién nombrado Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, por el presidente de tendencia socialista Tabaré Vázquez. La CIA necesitaba informaciones de primera mano sobre Mujica y Almagro podía obtenerlas.
Como ministro de Relaciones Exteriores, influenció desde su cargo, para que Uruguay lograra fuertes lazos de relaciones políticas con Washington durante el gobierno de Barack Obama, y como muestra de su subordinación a los intereses yanquis, influyó en la aceptación de seis prisioneros liberados de la cárcel yanqui en Guantánamo.
La CIA tiene que haber negociado secretamente con el Dpto. de Estado y la Casa Blanca, el sorpresivo y suspicaz respaldo del Gobierno de EE.UU. a la candidatura del Almagro “izquierdista” como Secretario General de la OEA, en mayo 2015.
Iniciaba el cambio del rol de espía al de un importante agente de influencia, en momentos que Estados Unidos desplegaba su estrategia para derrocar los gobiernos de izquierda en América Latina.
Almagro está jugando un papel principal en los intentos por aplicar fórmulas políticas, made in USA, contra Venezuela y Nicaragua, además de sumarse a las provocaciones contra Cuba.
Su posición lacayuna a los yanquis provocó que, en 2014, José Mujica, le expresara: “Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido”.
Nada ha sido casual en la trayectoria laboral y política del hombre que años después dejaría perplejo a muchos de sus colegas ajenos al accionar de la CIA.
Almagro dejó atrás su ropaje de senador del izquierdista del Frente Amplio, porque para la CIA ya no era importante. Ahora lo necesitaba como el hombre fuerte para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro, desde su puesto en la OEA.
Una de sus más recientes acciones que evidencian las indicaciones de la CIA, la ejecutó el 19 de noviembre 2018, al darle respaldo en su twitter a la solicitud del Tribunal Supremo de Justicia venezolano en el “exilio”, para activar la alerta roja de Interpol con el fin de detener al presidente Nicolás Maduro, ante el desespero de Washington por derrocarlo, algo que no ha podido en las urnas, ni con las manifestaciones contrarrevolucionarias financiadas a través de la USAID y la NED, ambas pantallas de la CIA.
Siguiendo la misma táctica ejecutada contra Luis Ignacio Lula y pretendida contra Rafael Correa, ahora intentan capturar a Maduro por medio de la Interpol, International Criminal Police Organization, lo que aseguraría una sanción por corrupción de 18 años y tres meses de prisión.
Los vaivenes políticos de Almagro tienen total similitud con denuncias de oficiales CIA, de cómo trabaja dicha agencia con sus agentes en su lucha por dominar a países que tienen gobiernos no aceptables para Washington, algo que los cubanos conocen perfectamente.
Sabio José Martí cuando aseguró:
“Ocultos están largo tiempo la traición y el engaño, más una vez sospechados, tiene para ser descubiertos rapidez asombrosa”.
Fuente: El Heraldo Cubano