Paco Campos •  Opinión •  31/03/2018

Pluralismo e imparcialidad

La justicia de las democracias liberales está marcada por la pluralidad, y por eso cabe reflexionar desde la filosofía para que la justicia sea útil a los ciudadanos. Porque ya no es la antigua verdad del filósofo sacralizado la que está en juego (quedó olvidada en el túnel del tiempo) sino pequeñas precisiones que conforman matices suficientes como para ser materia de acuerdos entre opuestos. Y no la visión ciega de la justicia como principio absoluto desgajado de la verdad democrática, es decir, de la verdad política de las sociedades liberales.

John Rawls (1921-2002) en Teoría de la Justicia (1971) separa la verdad filosófica de la justicia: “La justicia es la primera virtud de las instituciones…”, y luego acuña el término ‘imparcialidad’ para imprimirlo como idea fundamental de la justicia. Pero, claro, la política democrática, que es un plexo que incluye la práctica de la justicia (desde las instituciones a los debates vecinales, por decir algo) no puede ir por libre salpicando al primero que ose discrepar o iniciar la práctica o la utilidad de una argumentación que suponga preguntar o cuestionar el orden establecido.

Una sociedad democrática no quiere una justicia institucionalizada a manera de pirámides de Egipto.


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