1080 euros
No pudo contenerse Carmen Martínez de Castro, Secretaria de estado de Comunicación, y ante un grupo de pensionistas que dedicaba una sonora pitada a Rajoy en Alicante el pasado 5 de Mayo, susurró un despectivo ‘os jodéis’, que rememoraba aquel ‘que se jodan’ que la diputada popular Andrea Fabra destinó a los parados hace ya algunos años. Obsérvese que el tiempo verbal que emplea denota que los pensionistas están jodidos en presente, como cuando a alguien a quien no apreciamos demasiado y sufre un contratiempo, le espetamos un ‘te jodes’. Es decir, la jefa de prensa de Rajoy, traicionada por su subconsciente, expresa públicamente que ese 5 de Mayo los pensionistas están fastidiados y tienen motivos para quejarse. Aunque oficialmente deberían estar enormemente contentos, porque unos días antes el PNV había conseguido, a cambio de prestar su apoyo a las cuentas del Estado, que el PP incluyese dentro de éstas una subida para las pensiones en los años 2018 y 2019 coincidentes con el IPC previsto.
Sin pretenderlo, Martínez de Castro evidenció que ese acuerdo entre los nacionalistas vascos y Rajoy era una engañifa, una maniobra para ganar tiempo y desactivar el poderoso movimiento social que se ha levantado en este país en los últimos meses. Efectivamente, el pacto garantiza una subida por encima de 0,25 previsto inicialmente tan sólo en un plazo de dos años, de manera que a partir de 2020 se puede retomar la congelación de las pensiones y su reducción progresiva a partir de 2023, fecha a la que se pospone la puesta en vigor del llamado factor de sostenibilidad, o disminución de la retribución proporcionalmente al alargamiento de la esperanza de vida. Es decir, se retrasa, a consecuencia de una serie de circunstancias políticas(acuerdo presupuestario)y sociales(amplias movilizaciones), el plan de destrucción controlada del sistema público de pensiones. Ello fue percibido de inmediato por el movimiento, que mantuvo las movilizaciones, ante las que el alma reaccionaria y antisocial del PP no tiene otra respuesta que la de que ‘se jodan’.
Este malestar de la derecha, tanto política como mediática, por la persistencia de la presencia en la calle de la gente mayor pidiendo unos ingresos dignos, tiene una explicación sencilla. Las y los pensionistas, con sus reivindicaciones, están poniendo en cuestión el proceso de devaluación salarial, el desmantelamiento del Estado del Bienestar y la privatización de los servicios públicos. Es decir, han levantado un muro frente al proyecto neoliberal de PP, Ciudadanos y PSOE, concitando en sus reivindicaciones las de todos aquellos sectores afectados por las políticas conservadoras que hay detrás de las reformas laborales y de pensiones que han llevado adelante socialistas y populares.
Cuando reivindican una pensión mínima de 1080 euros(cantidad que se infiere de las recomendaciones del Consejo Social Europeo en función de la renta por habitante y el sueldo medio español), los pensionistas no sólo están pidiendo por lo suyo, sino por el conjunto de los salarios, pues éstos son los que en última instancia determinan la cuantía de las pensiones. Están, en definitiva, confrontando la precariedad salarial por la que ha apostado este Régimen neoliberal. Cuando exigen que se garantice constitucionalmente una subida anual equivalente, al menos, al IPC, demandan un sistema fiscal justo que, mediante la tributación que hoy no hacen los ricos y las grandes empresas, garantice la sostenibilidad de los servicios públicos. Cuando, en última instancia, abogan por el mantenimiento de las pensiones públicas, están poniendo en jaque los planes de privatización que han emprendido bancos y aseguradoras(con la complicidad de la derecha política) para fomentar los planes privados de jubilación.
Pero la irritación de la derecha no sólo se debe a que los pensionistas han aunado las reivindicaciones, fragmentadas y dispersas, de la mayoría social, sino también a que conforman un grupo relativamente homogéneo que no tiene nada que perder saliendo a la calle a diario(no los pueden despedir), y que difícilmente puede ser reprimido sin un alto coste político. Se han atrevido a decir que el rey está desnudo.
* joseharohernandez@gmail.com