Por un nuevo modelo de Estado que erradique la pandemia fascista de las instituciones.
Yo como otros 23.000.000 de ciudadanos no voté esta constitución, por razones de edad, pero mí visión sobre la constitución no es la de una Biblia, palabra de Dios que no puede ser cambiada, no soy creyente la verdad.
Veo la Constitución como una herramienta y no como palabra divina, sé y entiendo que la Constitución nació en tiempos difíciles.
Tiempos en los que se hicieron concesiones a los poderes herederos del franquismo para evitar otro posible golpe de Estado con el que ya amenazaba el ejército y la oligarquía.
Además de no ser creyente, soy un republicano convencido y entiendo que la monarquía es un anacronismo histórico a superar.
Y en el caso de nuestra monarquía una herencia del franquismo, una imposición del pequeño dictador genocida que condenó a los pueblos del Estado español a 40 años de dictadura y terror.
No me siento siervo y mis hijos no son ganado que alguien pueda heredar. No puedo aceptar que alguien nazca “Jefe de Estado” sin pasar por las urnas, sin pasar por unas elecciones donde consiga el respaldo del pueblo. Me parece algo intolerable e insultante.
Estoy convencido de que la transición no fue suficiente, de que más que un cambio real fue un lavado de cara para evitar «males mayores», como otro golpe de Estado como el de 1936.
Pero las ruedas de la historia nunca dejan de girar y se ha vuelto a demostrar la máxima de que aquellos pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.
Una vez más trata de resurgir el fascismo, que es el perro de guerra del capitalismo en crisis, que nace financiado por la oligarquía económica de ultraderecha y se alimenta del desconocimiento de nuestra propia historia, la frustración y el odio a lo desconocido.
Busca siempre chivos expiatorios entre los más débiles, culpa de la explotación a los más explotados, el fascismo es violento e irracional, no necesita de argumentos trabajados, ni de discursos talentosos, se dedican tan solo a escupir odio, miedo y mentiras.
VOX es el nuevo fascismo neoliberal a la española, facha y casposo pero con internet y redes sociales desde donde expandir y escupir sus bulos, sus mentiras y su mensaje de odio.
El fascismo como ha pasado históricamente recibe el apoyo del burgués asustado y su mensaje se traslada rápidamente a la ciudadanía gracias a una prensa generalista que lo disculpa y lo normaliza, una prensa que está en las mismas manos de los oligarcas que financian a ese fascismo.
El juego electoral se tornó tragedia, una vez más el drama de olvidar la historia hace que se repita, podemos tomarlo enserio o esperar a que llegue el “lobo”, para luego como tontos preguntarnos entre sollozos como ha sido posible que pasase.
Desde el bloque de la izquierda debemos replantear la estrategia en la lucha contra el fascismo a nivel electoral y de calle. Hay que desenmascarar al monstruo. A el PPVOX y su bajeza ética y moral.
El éxito de la derecha en Andalucía es un fracaso sin paliativos para la clase trabajadora. El fascismo avanza, y aunque aún son pocos debemos tomarnos muy enserio el peligro que supone y organizarnos para combatirlo.
Supongo que buena parte de aquellos que decían que no hay izquierda ni derecha irán espabilando, porque ahora hay varios partidos de ultraderecha con representación en las instituciones. El fascismo resucita de la mano de VOX, PP con la complicidad de CIUDADANOS.
La ultraderecha crece también cuando la izquierda se divide y les dejamos la calle. Ahora nos hemos visto obligados a permanecer en cuarentena por el COVID-19 y ellos como cucarachas han salido.
Tal vez nos perdemos en lo políticamente correcto. O ellos no tienen escrúpulos, pero en cuanto sea posible hay que devolver el golpe.
Negras banderas ocultan el cielo, vuelve el fascismo que tanto asesinó.
La pregunta es, ¿Despertamos o esperamos dormidos al fascismo?.
El resultado de VOX en Andalucía fue un aviso, una opa hostil a esta democracia de mínimos, y un aviso de que el fascismo se fortalece.
La extrema derecha crece, y entre otras señales, el resultado de VOX en Andalucía debería hacer que dejemos de discutir si son «galgos o podencos».
Fascismo nunca más, no pasarán!