Compartimos sólo la verdad
Un comentarista de Richard Rorty, Juan Rodes (2012), dice que la verdad es lo que nos parece bueno, lo que resulta bueno para creer, es decir; la verdad no es una precondición o una incondicionalidad absoluta, algo que responda a la teorización, y menos aún a la posesión de la realidad en sí. Por ello, a juicio del comentarista, la filosofía, y más en los tiempos que corren, se dirime en un entorno lingüístico social -ahí todos conversamos unos con otros: los científicos, los hombres de negocios, los vecinos, los políticos, etc.- donde la verdad es lo que cree y acepta una comunidad específica -dice Rodes.
No cabe duda, visto así, que nada hay más allá de las prácticas sociales, y que la secularización ha llevado al hombre a un distanciamiento de la cultura institucional presidida por la racionalidad y la objetividad, para derivar en el ejercicio del buen entendimiento entre humanos, que no es otra cosa que la solidaridad como resultado del esfuerzo compartido. Excluir, segregar, intervenir, imponer, vigilar y castigar, siempre llevará consigo el enfrentamiento y, con él, el error; esto es, la incapacidad de corregir, de ser prudente más que moralista -> la verdad consiste ahora, más que nunca, en ser solidario, en saber cambiar el ‘yo’ por el `nosotros’, con la prevención de compartirla.