Federico Rubio Herrero •  Memoria Histórica •  11/06/2024

Victoria del Estado Socialista Soviético sobre la Alemania fascista

En las batallas de 1945, el ejército fascista alemán tuvo más de un millón de muertos solo en el frente del Este. Las Fuerzas Armadas de la URSS aniquilaron a 98 divisiones fascistas e hicieron prisioneras a 56. Además, 93 divisiones capitularon al terminar las operaciones bélicas. Por tanto, cesó la resistencia organizada del ejército hitleriano, poderoso en días pasados.

Victoria del Estado Socialista Soviético sobre la Alemania fascista

El aparato del partido, del Estado y militar de la Alemania nazi quedó paralizado. El Gobierno fascista que, encabezado por Donitz, se formó a la muerte de Hitler, perseguía el objetivo principal de evitar la capitulación incondicional y retirar hacia el Oeste la mayor cantidad posible de tropas alemanas. Sin embargo, los hitlerianos no lograron librarse de la capitulación ante el Ejército Rojo. El Mando de los aliados occidentales no podía aceptar un acuerdo manifiesto con los fascistas.

Efectivamente, desde el 5 de mayo, el Gobierno Donitz había entablado negociaciones con Eisenhower. A la ciudad de Reims, donde estaba el Gran Cuartel General del Alto Mando de los Aliados, llegó el coronel general Jodl, uno de los hombres cercanos a Hitler, como representante personal de Donitz. Mas no pudo conseguir la «capitulación parcial», solo ante las tropas norteamericanas e inglesas. El Mando Supremo soviético propuso firmar el acta de capitulación incondicional en Berlín, la capital del Estado fascista. El Alto Mando de los aliados mostró su conformidad.

El 8 de mayo, llegaron a Berlín los representantes de todos los ejércitos aliados. Por el Mando Supremo soviético, el mariscal de la Unión Soviética G. Zhúkov; por el Alto Mando de Gran Bretaña, el mariscal principal de aviación A. Tedder; por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América, el general C. Spaatz, jefe de las fuerzas aéreas estratégicas de los EE.UU., y por las fuerzas armadas francesas, el general J. Lattre de Tassigny, comandante en Jefe del ejército francés. A Karlshorst fueron llevados también los representantes de las Fuerzas Armadas alemanas derrotadas, el mariscal de campo Keitel, el almirante Friedeburg y el coronel general de aviación Stumpf, con poderes de Donitz para firmar el acta de capitulación incondicional.

La firma del acta en Karlshorst tuvo lugar en el edificio de la antigua Academia de Ingenieros Militares alemana, en presencia de numerosos periodistas. Abrió la ceremonia el mariscal Zhúkov, que saludó a los representantes del Mando aliado. A continuación se dió entrada en la sala a Keitel, Friedeburg y Stumpf. Después de comprobar sus poderes, se les presentó el acta de capitulación incondicional de las Fuerzas Armadas fascistas alemanas, que firmaron. Fueron anulados los acuerdos que presentaban exigencias suplementarias a Alemania y se declaró ilegal el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, el Partido de los fascistas. Los principales jefes nazis y las personas sospechosas de haber cometido crímenes de guerra deberían ser encarcelados.

Por acuerdo especial entre los aliados, el territorio de Alemania fue dividido en cuatro zonas de ocupación: Soviética, norteamericana, inglesa y francesa. La gobernación del país recayó sobre el Consejo de Control, que integraban los comandantes en jefe de las tropas de ocupación. Las decisiones de este Consejo deberían ser adoptadas por unanimidad. Fue reglamentada separadamente la administración de Berlín, que era, por una parte, centro de la zona soviética, y, por otra, sede del Consejo de Control. La ciudad quedó dividida en cuatro sectores, con un comandante al frente de cada uno de ellos.

Por decreto del Presidíum del Soviet Supremo de la URSS, el 9 de mayo fue declarado Fiesta de la Victoria. Ese día por la tarde, Moscú en nombre de la patria, saludó solemnemente con treinta salvas de un millar de cañones a las valerosas tropas del Ejército Rojo y de los buques y unidades de la Marina de Guerra.

El 24 de junio, en la Plaza Roja de Moscú se celebró la histórica Parada de la Victoria. Ante el Mausoleo de V. I. Lenin, el gran fundador del Partido Comunista y del Estado soviético, desfilaron en marcha triunfal, aureolados de gloria bélica, regimientos selectivos de los frentes, de las flotas y de las unidades de la guarnición de Moscú. Los esforzados combatientes, soldados, oficiales, generales y mariscales, con orgullo, en alineadas filas, marchaban bajo las banderas recién sacadas del fuego de la batalla. Desde la tribuna del Mausoleo de V.I. Lenin, los dirigentes del partido y del Gobierno saludaron a los héroes de la Gran Guerra Patria. Como final de la solemne marcha, los guerreros vencedores, bajo el redoble de los tambores, arrojaron al pie del Mausoleo doscientas banderas tomadas en combate a los ejércitos fascistas alemanes derrotados. Este acto simbólico dejaría grabada para siempre en la memoria de los pueblos la gran victoria, de significado histórico universal, del Estado socialista soviético y de sus Fuerzas Armadas, sobre la Alemania fascista.

Cincuenta millones de muertos es el apocalíptico tributo que pagó la humanidad a la guerra y al sistema imperialista que la había engendrado. Las pérdidas más grandes la sufrió la Unión Soviética, que soportó sobre sus espaldas el peso principal de la lucha. La URSS perdió a 20 millones de hijos e hijas de su pueblo, combatientes caídos en los campos de batalla, civiles y prisioneros de guerra matados a torturas por los hitlerianos en el territorio soviétido invadido. También la población de la retaguardia soviética tuvo muchas pérdidas a consecuencia del cerco de ciudades y de los bombardeos aéreos. Centenas de millares de soviéticos fueron exterminados en los campos de concentración instalados en Alemania. Los hitlerianos destruyeron 1.710 ciudades y poblados urbanos soviéticos y más de 70.000 pueblos y aldeas, 32.000 empresas industriales, 98.000 koljoses y 1.876 sovjoses. Volaron 65.000 kilómetros de vía férrea, inutilizaron y se llevaron 16.000 locomotoras y 428.000 vagones. Las riquezas nacionales del país quedaron reducidas en el 30%. En total, las pérdidas materiales de la URSS se cifraron, aproximadamente, en 2.600.000 000.000 de rublos.

Los cálculos de la reacción mundial en que la URSS, a lo largo de la agotadora lucha armada, quedaría exangüe y debilitada económica y políticamente, resultaron inconsistentes. A pesar de las grandes pérdidas, la Unión Soviética salió fuerte y poderosa de la guerra.

Fuente: Instituto de marxismo-leninismo Moscú.   


II Guerra Mundial /