Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí / Cubainformación •  Memoria Histórica •  29/01/2024

«Comandantes Luna y Alberto. Una historia de solidaridad internacionalista valenciano-cubana» se presentó en Paterna

La Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí realizó un homenaje al libertador cubano en su 171 aniversario con poesía y música del cantautor chileno Lucho Roa y el trovador cubano Orlis Pineda.

«Comandantes Luna y Alberto. Una historia de solidaridad internacionalista valenciano-cubana» se presentó en Paterna

Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí – Cubainformación.

La Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí realizó un homenaje a José Martí, figura cumbre de la historia de Cuba, este sábado 27 de enero, en vísperas del 171 aniversario del natalicio del libertador de Cuba. La jornada tuvo lugar en la Casa del Pueblo de Paterna, y fue moderada por Rocío Raya Galvín, presidenta de la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba “José Martí”.

Los actos comenzaron con la proyección de un vídeo en homenaje a la solidaridad cubana en defensa de la República y su relación con la memoria democrática valenciana, titulado “Comandantes Luna y Alberto. Una historia de solidaridad internacionalista valenciano-cubana”, producido por la asociación José Martí y por Cubainformacion.tv, y patrocinado por la Conselleria de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática. En su presentación participaron los historiadores y especialistas en memoria democrática Juan Salazar y Luis Antonio Ruiz Casero, especializado en la memoria de las mujeres republicanas y especialmente en la figura de Encarnación Hernández Luna, junto a Idalmis González del Consulado de Cuba.

Se trata de un material didáctico para dar a conocer una realidad silenciada por décadas de franquismo que muestra el hilo rojo de la solidaridad internacional entre los pueblos cubano y español, en esta ocasión a través de dos figuras muy destacadas que se conocieron combatiendo en defensa de la República y se casaron en el transcurso de la guerra en 1937, como fue Encarnación Hernández Luna, miliciana valenciana, y Alberto Sánchez Méndez, revolucionario cubano y brigadista internacional.

En su producción se contó con la colaboración de familiares de Luna en Beneixama y del Museo Provincial de Pinar del Río quienes facilitaron sus archivos personales con cartas, prensa, objetos e imágenes inéditas de Encarnación Hernández Luna y de Alberto Sánchez Méndez, de la Fundación Nicolás Guillén y del Centro Fidel Castro en La Habana, de asociaciones memorialistas en el País Valencià, entre otras instituciones.

Posteriormente, el cantautor chileno Lucho Roa y el trovador cubano Orlis Pineda realizaron un concierto, antes de compartir una paella popular, con música cubana y mojitos.

Guion “Comandantes Luna y Alberto. Una historia de solidaridad internacionalista valenciano-cubana”

Más de mil cubanos y cubanas acudieron voluntarios en apoyo a la Segunda República. Valencia, junto a los distintos frentes de guerra, fueron un escenario habitual del contacto entre la población valenciana y los brigadistas internacionales. Uno de los encuentros más extraordinarios se produjo entre una miliciana valenciana y un revolucionario cubano.

Encarnación Hernández Luna, creció en la población alicantina de Beneixama, tenía 24 años cuando comenzó la guerra. La joven trabajaba en unos grandes almacenes de Madrid y militaba en las Juventudes Comunistas. Tras el golpe de estado luchó en el 5º Regimiento. Tras formarse en Gandía y en Albacete en el manejo de ametralladoras de fabricación soviética, participó en las principales batallas, llegando a dirigir una compañía.

Su instructor soviético Aleksandr Rodímtsev la recordó así cuando luchaba en la 22 Brigada Mixta de la División Líster:

“Junto al puente del Jarama, la escuadra de la ametralladora que guarnecía el puente quedó totalmente fuera de combate. Y, de pronto, la ametralladora ‘muerta’ empezó a sonar. La empuñaba Encarnación Luna. Había colocado una nueva cinta y con ráfagas cortas empezó a hacer fuego contra las filas de los atacantes».

Durante la guerra es donde conoció al brigadista cubano Alberto Sánchez Méndez.

Este joven de 22 años, que había trabajado en un taller fotográfico con su padre en Pinar del Río, se involucró pronto en la vida política de Cuba. Luchó contra la dictadura de Machado junto a figuras como el líder antiimperialista Antonio Guiteras. Y por ello tuvo que exiliarse en varias ocasiones. Desde EEUU parte hacia España integrándose en el Quinto Regimiento. Participó en numerosas batallas, siendo el brigadista cubano que mayor grado militar alcanzó en el Ejército Republicano.

“De nuevo estoy en las trincheras, pero ya mandando una Brigada, o sea, 3000 hombres, con la categoría de General, aunque solamente soy Comandante.”

Durante la guerra también envía artículos gracias a su amistad con otro conocido brigadista cubano, el periodista Pablo de la Torriente Brau.

Encarnación Hernández Luna y Alberto Sánchez Méndez se casaron en marzo de 1937. El encargado de oficiar la boda fue el propio Enrique Líster, jefe de la División.

– Encarnación Luna, ¿desea ser la esposa de Alberto Sánchez?

– Sí. 

– Alberto Sánchez, ¿desea tomar por esposa a Encarnación Luna?

– Sí. 

– Pues, así sea. En nombre de la República Española, les declaro marido y mujer.”

Pero solo cuatro meses después el joven combatiente cubano cayó en Brunete.

Encarnación escribió a su hermano:

Voy a decirte la verdad que yo no quiero creer. Alberto ha muerto. Lo enterramos el día 26 a las cuatro. Le acompañaban representaciones de diversas fábricas de Madrid y compañeros de la Brigada que él mandaba que lo portaron a hombros.”

Pablo Neruda, poeta chileno, amigo de la República y futuro premio Nobel de Literatura, les dedicó estos versos:

“Y allí cae, y allí su mujer la comandante Luna defiende al atardecer con su ametralladora el sitio donde reposa su amado, defiende el nombre y la sangre del héroe desaparecido.”

Encarnación también escribió a la familia de Alberto en Pinar del Río:

“… han arrebatado por siempre el ser más querido. Mi vida, todas nuestras ilusiones” … “Las ametralladoras que mando sabrán bien vengarse de quienes han destruido para siempre mi vida”.

Tras la muerte de Alberto, Encarnación continuó combatiendo por la República. Fue herida y durante su recuperación escribió por última vez a su familia cubana:

desde la muerte de Alberto, no valgo nada. Pero de todas formas, saldré mañana a incorporarme”.

En el transcurso de la campaña de Aragón fue ascendida a comandante de Brigada, el grado más alto alcanzado por una mujer en el ejército republicano.

Unas semanas antes de acabar la guerra, cruzó junto a su unidad la frontera francesa por los Pirineos acompañada de su padre, siendo recluidos varios meses en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Después se exilió en la Unión Soviética siguiendo con su carrera militar, llegando a desempeñar tareas de espionaje.

Falleció en Quebec bajo una de sus identidades falsas en el año 2004 a los 92 años.

Luna, la comandante, ha pasado a la historia como un ejemplo de lucha antifascista para las futuras generaciones. Alberto Sánchez y su legado revolucionario están presentes en la actual solidaridad cubana. Ambos son parte de nuestra memoria colectiva que alimenta el hilo rojo de la Historia.

Luna y Alberto, guardianes de la memoria valenciano cubana

David Rodríguez Fernández*

Levante

Durante la guerra civil, la geografía valenciana se convirtió, junto con los distintos frentes de batalla, en un escenario habitual del contacto entre la población española y los brigadistas internacionales. Estos episodios se produjeron cuando los combatientes voluntarios viajaban a Albacete para instruirse militarmente o hacia los escenarios de guerra, durante su convalecencia en la retaguardia, o en eventos de carácter político-cultural cuando València fue capital, como el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura de 1937.

Por su parte, más de mil cubanos y cubanas acudieron voluntarios en apoyo a la Segunda República. Cuba fue el país que mayor número de brigadistas aportó en función de la población total, con una gran variedad de perfiles. Todas estas personas, luchadoras comprometidas en su país de origen, no dudaron en venir a luchar contra el fascismo en Europa, antesala de una lucha mayor, incluyendo un destacado grupo de intelectuales que participaron en el citado II Congreso, con Nicolás Guillén y Alejo Carpentier a la cabeza.

Uno de los encuentros más extraordinarios fue el que se produjo entre una miliciana valenciana, Encarnación Hernández Luna, y un revolucionario cubano, Alberto Sánchez Méndez. Se trata de una historia de amor y de solidaridad internacionalista valenciano-cubana digna de ser narrada. Solamente así se podrá superar la barrera de silencio y olvido de nuestra memoria democrática, y comenzar a reparar y hacer justicia a mujeres y hombres que escribieron una parte fundamental de la historia de solidaridad entre los pueblos.

De familia alicantina con ideas republicanas y comunistas, Encarnación Hernández Luna, aunque nació en la localidad francesa de Narbone, creció entre Beneixama (Alt Vinalopó) y Madrid. En la capital trabajó en unos grandes almacenes y desde muy temprano empezó a militar en las Juventudes Comunistas. Cuando comenzó la guerra, con tan solo 24 años, no dudó en combatir a los golpistas en las calles junto a las milicias populares. Se incorporó en las filas del Quinto Regimiento, formándose posteriormente como oficial tanto en Gandía como en Albacete, donde aprendió el manejo de ametralladoras soviéticas. Su instructor soviético Aleksandr Rodímtsev la recordaba como una combatiente y lideresa de gran valor que era muy respetada por sus soldados. De hecho, el propio Ejército Popular de la República la ascendió al rango de capitana.

En el transcurso de la guerra conoce al brigadista cubano Alberto Sánchez Méndez. Este joven de 22 años, nacido en El Gabriel de Güira de Melena, municipio de la antigua provincia Habana, que vivía en Pinar del Río y trabajaba en un taller fotográfico con su padre, se involucró pronto en la vida política de Cuba. Luchó contra la dictadura de Machado junto a figuras clave como el líder antiimperialista Antonio Guiteras. Por sus actividades clandestinas contra el gobierno y la represión sufrida, tuvo que exiliarse de Cuba en varias ocasiones. Precisamente es desde EEUU de donde parte hacia España para sumarse a las brigadas internacionales en defensa de la legalidad republicana, integrándose en el Quinto Regimiento. Luchó en numerosas batallas, siendo el brigadista cubano que mayor grado militar alcanzó en el Ejército Republicano, comandando una Brigada de 3000 soldados. Estuvo en contacto con los principales jefes militares republicanos en Madrid como Galán, Modesto o Lister.

Durante la guerra, Alberto entabla amistad con otros cubanos como el reconocido comandante Candón y el destacado periodista Pablo de la Torriente Brau, con quien colaboró elaborando artículos para los diarios en el frente.

Encarnación y Alberto se casaron en marzo de 1937. El encargado de oficiar la boda fue el propio Enrique Líster, jefe de la División. Pero solo cuatro meses después el joven combatiente cubano cayó en la batalla de Brunete. Luna escribió a sus familias valenciana y cubana en Pinar del Río para informarle del terrible suceso, así como para trasladarles su decidida voluntad de seguir luchando por la memoria de Alberto.

La prensa de la época, tanto española como cubana, recuerdan a Alberto como un héroe. Pablo Neruda, poeta chileno y futuro premio Nobel de Literatura, amigo de la República que salvó a miles de refugiados españoles consiguiendo que se exiliaran a Chile en el barco Winnipeg, les dedicó a ambos estos versos encendidos al calor del combate:

“Y allí cae, y allí su mujer la comandante Luna defiende al atardecer con su ametralladora el sitio donde reposa su amado, defiende el nombre y la sangre del héroe desaparecido.”

Después de la muerte de Alberto, Encarnación continuó combatiendo en la guerra. Tras caer herida, se volvió a incorporar y en la batalla del Ebro ya se le conoce como comandante Luna, el grado más alto alcanzado por una mujer en el ejército republicano.

Unas semanas antes de acabar la guerra, cruzó junto a su unidad la frontera francesa por los Pirineos, siendo recluida varios meses en el campo de concentración Argelès-Sur-Mer. Después se exilió en la Unión Soviética, participando en operaciones especiales tras las líneas enemigas nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Luna falleció en Quebec bajo una de sus identidades falsas en el año 2004 a los 92 años.

La comandante Luna, a pesar del olvido planificado por la dictadura franquista, ha pasado a la Historia como un ejemplo de mujer luchadora antifascista para las futuras generaciones. Alberto Sánchez y su legado revolucionario están presentes en la actual solidaridad cubana gracias al trabajo de memoria histórica que se desarrolla en la isla. Ambos son ya parte de nuestra memoria colectiva que alimenta el hilo rojo de la solidaridad entre los pueblos. Sigamos dando voz a quienes dieron su vida por nuestro futuro.

* El autor de este artículo, publicado en el diario Levante, es David Rodríguez Fernández, miembro de honor de la fundación Nicolás Guillén (Cuba) y de la Junta Directiva de la Asociación valenciana de amistad con Cuba José Martí.


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