Fernando Dorado •  Opinión •  03/06/2024

Combatir el infantilismo que surge por doquier

Ahora que la tensión política pareciera aflorar en todos los espacios y terrenos de la vida pública de nuestro país, es cuando más debemos hacer esfuerzos por mantener los pies en la tierra. Nada bueno sale de inventarnos «burbujas artificiales» para justificar nuestros actos.

El ambiente político se ha crispado en Colombia. La propuesta de convocar una Asamblea Constituyente (que algunos confunden con «proceso constituyente») y otros hechos que se han acumulado en los últimos meses, tensan los espíritus y suben la temperatura del ambiente político.

La Fiscalía General, por fin, formuló cargos contra Uribe y el juicio se ha iniciado. Es un factor importantísimo que «recalienta» los ánimos golpistas de sus seguidores y «acelera el corazón» de sus detractores que ven cercano el momento de festejar la condena del expresidente.

Se ha formalizado, también, el proceso de investigación sobre la posible violación de los topes electorales por parte de la campaña presidencial de Petro que adelanta el Consejo Nacional Electoral, y ello, ilusiona a quienes gritan el «Fuera Petro» y angustia a quienes lo apoyan.

El escándalo de corrupción en la UNGRD entró en escena hace semanas. Sus protagonistas principales (Olmedo López y Sneyder Pinilla) con la colaboración de los medios «pre-pagos» de comunicación han «prendido el ventilador» intentando enlodar a altos funcionarios del gobierno y a varios congresistas. Es otro factor que juega y está en desarrollo.

Además, se presentan hechos importantes pero contradictorios en los «procesos de paz total». Se avanzó en el acuerdo con el ELN sobre la participación de la sociedad civil en ese proceso, pero, la ofensiva militar y mediática del EMC que no ha tenido una respuesta contundente de parte del gobierno,lleva a la oposición extrema a “hilar delgado» y a calificar esos hechos como pasos hacia una Asamblea Constituyente concertada con la insurgencia.

De igual manera, en el terreno económico empiezan a aflorar hechos que causan alarma entre los empresarios y que deben preocupar al gobierno. La producción industrial y el comercio están a la baja (así las exportaciones no tradicionales hayan credido) y ello se refleja en la caída de los recaudos estatales (impuestos). La deuda pública se ha incrementado y todo apunta a que en el año 2025 el gobierno tendrá que hacer ajustes drásticos en sus gastos.

La salida de la EPS Sura del negocio de la salud se presenta con argumentos de rentabilidad económica. Con toda claridad ha quedado planteada la situación de ese «sector de negocios» en boca de sus protagonistas principales que -tal parece- van a abandonar un espacio que no les garantiza la obtención de las ganancias (legales e ilegales) a las que se habían acostumbrado. Tal parece que esa jugada es una de las primeras que podría calificarse como «guerra económica» y podría ser parte de una estrategia para generar un «pánico inducido».

Esa tensión creciente lleva al presidente Petro a ver «golpes blandos» en todas las actuaciones de la oposición y, aunque el bloqueo y saboteo institucional a su gobierno es evidente, sistemático y envolvente, no todos sus contradictores pueden ser calificados de golpistas.

Ese tipo de ambiente crispado es un excelente caldo de cultivo para que aparezcan, de lado y lado, todo tipo de posiciones alarmistas, conspiranoicas, oportunistas e infantiles. Ya las estamos viendo: por un lado, el expresidente Uribe, seguramente presionado por su situación jurídica, convoca a los soldados a que desobedezcan al presidente Petro; y por el otro, surgen quienes llaman al primer mandatario a utilizar vías «extraordinarias» (decretos, estados de excepción, etc.) para convocar una ANC y para promover su reelección.

Uribe, a la cabeza del Centro Democrático, ha empezado a captar que ese tipo de ambiente de crispación le sirve como carta de defensa a fin de librarse de la cárcel y, se muestra cada vez más decidido a aprovechar las dificultades que se le están acumulando al gobierno para crear «condiciones excepcionales» a fin de promover «salidas extra-institucionales». Es posible que, como lo planteó Germán Vargas Lleras, estén dispuestos a «cogerle la caña a Petro».

Y en el campo del progresismo y de las izquierdas, a pesar de que el Presidente ha propuesto impulsar un «proceso constituyente», que ha llamado a organizar «asambleas populares» en cada vereda, barrio, municipio y región de Colombia, se alcanza a percibir que hay mucha vacilación, que se teme abordar el tema abiertamente, que no existe claridad política y, que, podrían surgir conatos de división interna. El aplazamiento de la Asamblea Nacional Popular que estaba programada para el 31 de mayo y 1 de julio parece tener esa explicación.

Hay que tener mucho cuidado. Sabemos que al calor de las lecturas insurreccionales del «estallido social» y de las «primeras líneas» se van incubando actitudes infantiles que es necesario identificar y combatir para no caer en las trampas como las que el presidente Boric y su séquito armaron en Chile, con las consecuencias que todos hemos podido observar.

Los «bolsonaros» y los «mileis» colombianos están creciendo a la sombra y bajo la cobertura de las «burbujas artificiales» que algunas personas y sectores políticos alimentan con su infantilismo e inmadurez. La alerta está cantada y el peligro acecha.


Opinión /